Arriesgarse por Jesús

Dennis Fisher
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… tened en estima a los que son como él; 
porque por la obra de Cristo 
estuvo próximo a la muerte…
Filipenses 2:29-30.
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Durante su entrenamiento, Desmond Doss irritó a su instructor y a los demás soldados. Pacifista por convicción, se negó a llevar un arma a la batalla, y esto hizo que sus compañeros dudaran de su valentía. Medico de oficio, el joven creyente no dudó en enfrentar el combate, pero su meta era salvar vidas.

Sin embargo, las dudas sobre Doss desaparecieron cuando su unidad militar entró en combate. Durante la Segunda Guerra Mundial, en la Batalla de Okinawa, eludió el fuego de las ametralladoras, para poner a salvo a los heridos. Oraba: «Señor, dame fuerza para salvar a otro soldado herido». A la larga, llevó al pie de una colina más de 70 hombres heridos, para una mejor atención médica. Por sus esfuerzos, le otorgaron la Medalla de Honor: el máximo reconocimiento en su país.

Las Escrituras hablan de otro cristiano que se arriesgó muchísimo para ayudar a los demás. Pablo escribió sobre Epafrodito: «… tened en estima a los que son como él; porque por la obra de Cristo estuvo próximo a la muerte, exponiendo su vida…» (Filipenses 2:29-30).

Actualmente, muchos creyentes en el mundo entero arriesgan su vida por la causa de Cristo. Oremos para que Dios los proteja mientras lo sirven en medio de circunstancias peligrosas.




La valentía no es tener fuerzas para continuar,
sino continuar cuando ya no quedan fuerzas.


Tomado de:  Ministerio RBD >> Ingresar 

 


 

De muerte a vida

 Por Ivon de Sotomayor
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Porque el Señor mismo con voz
de mando, con voz de arcángel,
y con trompeta de Dios, descenderá
del cielo; y los muertos en Cristo
resucitarán primero”
1 Tesalonicenses 4:16
.


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Este día muchas personas participan de una tradición alusiva a los difuntos. De diferentes formas, parientes y quizá amigos o conocidos de las personas que partieron ya de esta Tierra, realizan ritos en torno a la muerte.

Sin embargo, alejado de estas prácticas el pueblo de Dios celebra (o debería celebrar) que éste -al igual que cada día- es una oportunidad más para agradecer a nuestro Señor Jesucristo el sacrificio que culminó con la crucifixión en aquel madero. Entrega a través de la cual no sólo otorgó el perdón de nuestras faltas y las de la humanidad completa, sino que vino a darnos vida y en abundancia.

Conforme a Su Palabra, Sin Cristo estábamos espiritualmente muertos. “Aun estando muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)” Efesios 2:5.  Redimió así nuestras vidas. 

Bendito sea el Señor que adoramos al Dios y Cristo vivo. Que gozamos de una salvación tan grande y –sea que vivamos o muramos- celebramos la esperanza de resurrección para una eternidad. “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero” 1 Tesalonicenses 4:16.