Los jóvenes comenzaron a llegar poco a poco, en pequeños grupos y algunos acompañados de familiares. Algunos vecinos de la comunidad se habían enterado de la actividad días antes, así que con calma fueron llegan y buscaron un lugar donde acomodarse. La cancha no tiene graderíos, pero todos buscaron el mejor lugar para pasarla bien.
El torneo relámpago estaba organizado. Equipos juveniles e infantiles se agruparon conforme fueron llegando; el pitazo inicial estaba por darse a las 2:30 de la tarde.
Las alabanzas que sonaban por los aparatos de sonido se interrumpieron cuando el pastor Mario Martínez tomó el micrófono. Atentos, muchos de los jóvenes y sus familiares escucharon la breve predicación; algunos rostros se inclinaron cuando el pastor hizo la invitación para hacer una oración colectiva y entregar la vida a Jesús.
La semilla se sembró, y sabiendo que la palabra de Dios nunca regresa vacía el torneo inició con los partidos de fut bol de los equipos juveniles. Jóvenes y adultos se encontraron por más de cuatro horas. El evangelismo dio un giro a partir de entonces.
