Jornada de oración en la Santísima Trinidad

Los buenos ejemplos se imitan. Así que cuando nos enteramos de esta nueva forma de evangelizar y de impactar con la luz de Dios a nuestra comunidad comenzamos a prepararnos para la puesta en marcha.

Aunque la idea es sencilla (orar por las personas que se conducen en buses, microbuses y caros particulares) la preparación nos tomó un poco más de tiempo. Tuvimos que preparar carteles, pedir prestados unos conos, comprar camisas para estar de alguna manera identificados, involucrar a toda la iglesia para el día “d”, y antes que nada, pedirle a Dios la cobertura y su respaldo.

Un poco más de treinta hermanos y hermanas nos reunimos el pasado sábado 22 de enero en la entrada de la Tercera Etapa de la Santísima Trinidad. Nos distribuimos en equipos, designamos hermanas se colocarían con rótulos a los largo de la calle, nos encomendamos a Dios y comenzamos la labora justo a las 10:30 a.m.

Los primeros buses comenzaron a parar. “Apúrense hermanos, suban atrás”, se escuchaba la indicación, cuando el motorista había aceptado. Una vez que el bus reiniciaba la marcha un breve saludo y agradecimiento al "chofer" eran el preámbulo para iniciar una oración. Oramos por que cesen los asesinatos contra usuarios y trabajadores del transporte público, por el alimento, por la salud, por la paz en los hogares de las personas que en ese momento iban en los buses o microbuses.

Al mismo tiempo que unos equipos subían a las unidades de transporte, otros hacían lo asignado en los dos puntos instalados. Oraban por las personas que detenían sus carros y pedían oración. “necesito que ore por mi familia”, “oren por mi trabajo”, “oren por mi”, así se fueron extendiendo las peticiones de las personas de carros particulares que se detenían. Algunas lágrimas se vieron rodar entre quienes eran ministrados durante la oración.

Llegadas las 12:00 del medio día el respaldo de Dios se había hecho visible en medio de nosotros. Habían aceptado a Cristo por lo menos cuatro personas, habíamos orado en buses y microbuses de las rutas 9 y 44, habíamos orado por policías, por particulares. No nos detuvo la policía, nosotros los detuvimos: para orar por ellos. Murallas habían sido derribadas y como pueblo de Dios nuevamente cantábamos un himno de victoria, exaltando Su nombre.