Libertad



Por: Ivon López de Sotomayor


Centros educativos e instituciones realizan este mes diferentes actividades en honor a la patria y a personajes históricos que intervinieron para que tanto El Salvador y otros países de Centroamérica tuvieran una significativa independencia de otros dominios.

Las nuevas generaciones conocen al respecto, a través del recuento de varios hechos históricos,  la realización de danzas tradicionales, ornamentación alusiva a las celebraciones y el acostumbrado desfile el 15 de septiembre.
Sin embargo, el propósito a través de este escrito es recordar y transmitir un hecho que realmente marcó no sólo el curso de la historia y que al mundo le apremia conocer y reconocer: El sacrificio de Jesucristo en aquella cruz hace más de dos mil años por amor a la humanidad (Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres. San Juan 8:32). Esta muestra tan grande de amor también ha dado libertad al ser humano (y a las naciones si así lo quisieran).

En la Biblia -el libro por excelencia, e indispensable después de Cristo en la vida de las personas -, Dios dejó registrado no sólo el nacimiento, presentación y visita de Jesucristo a un templo en Israel, sino también el camino del mismo hasta ser crucificado.

A diferencia de los mecanismos empleados por los movimientos independentistas antes que fuera dado el “grito de libertad”, nuestro Señor Jesucristo no sólo soportó en silencio el sufrimiento, sino que en aquella cruz ocupó el lugar de cada uno y cargó sobre sí el pecado de la humanidad completa. 

A través de esa entrega única y extraordinaria Dios otorga - por pura gracia - perdón de pecados, salvación de nuestras almas y vida eterna: verdadera libertad en Cristo Jesús. ¿Libertad de qué? De escoger una vida atada y dependiente de los engaños que el mundo ofrece: drogas, alcohol, pornografía, relaciones ilícitas,  deshonestidad, corrupción, indiferencia…, etc.

Dios afirma, promete y nos enseña el camino: Porque si Cristo os libertare seréis verdaderamente libres. San Juan 8:36. ¿Qué escoges tú? La dependencia de una vida liberal o libertina cuyo fin no sólo es destruirte aquí en la Tierra, sino arrastrarte a condenación y sufrimiento eterno, o correr a los brazos de amor del Señor que desean guiarte a vida no solo abundante, sino eterna. Se libre, decídete por Jesucristo.